Detalles sobre Oracion A La Sangre De Cristo

oracion a la sangre de cristo

Ayúdame este día a proseguir con fuerza, dame aliento y más que nada, alegra mi día y la de mi familia para vivir complacido contigo, mi señor. Gracias señor Jesús por este día, gracias por el día de mañana si fuera tu intención darme otro más.

Almacenar mi nombre, e-mail y web en este navegador para la próxima vez que comente. Te invito a, hermano mío, que uses esta fuente divina de poder cuando estés afligido, en la frustración, en el momento en que la inseguridad de lo externo se apodere de ti. En el momento en que veas que todo está por desmoronarse o en el momento en que procures un cambio verdadero en tu vida.

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Para que mi cuerpo, cabeza y espíritu se encuentren en armonía con tu divinidad. Por la sangre de Cristo y su poder, dejo en tus manos mis problemas y mi fe, que sean presentes de mi amor por ti. Por ende, al invocar la sangre de Cristo, invocamos el poder más puro que probablemente halla, producto de la bondad y piedad del padre. Señor Jesús plasma el sello de tu sangre sobre mis emociones de mi mente y mis pensamientos con la bendita sangre del pacto que tu derramaste a favor mío y de la humanidad para que mi cabeza sea llena de pensamientos de triunfo, de gozo y paz. Esperamos que las oraciones a la Sangre de Cristo por los hijos, te hayan servido para hallar la protección que precisabas para . Y si ciertos pertenecientes de mi familia esta débil, solicito en el nombre de Jesús, que Tu poder sanador corra por sus venas en este preciso momento y cure todo mal.

Pensamientos Sobre Oración De La Sangre De Cristo

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El origen de esta oración es dudoso, pero se piensa que ha podido ser compuesta en el siglo XIV. Hay precisamente veinte manuscritos de aquel siglo que la contienen. Un manuscrito del Museo Británico (milésimas de segundo. Harley 2253), datado c. Ya en aquel siglo aparece traducida al alemán, al francés y al italiano. Fue atribuida diversamente a santurrón Tomás de Aquino, al papa Juan XXII, al Santurrón Bernardino de Feltre y a san Ignacio de Loyola. El manuscrito más antiguo preservado coincide con el pontificado del Papa de Aviñón Juan XXII. En diversos manuscritos se atribuía la autoría a este papa por haber otorgado al rezo de la oración tres mil días de indulgencias; esto contribuyó a su popularidad. En la biblioteca de Aviñón se mantiene un libro de oración del cardenal santo Pedro de Luxemburgo, quién murió en 1387, que contiene el Anima Christi en una manera muy similar a la presente.

En esta Hora de Getsemaní, los devotos compartirán la agonía experimentada por Jesús en el Huerto de Getsemaní . La intención es conseguir gracias para aguantar el Enorme Castigo, y sostenerse firmes en la fe.

No había sentido la necesidad de pedirte alén de mí, pero el cariño se expresó y multiplicado de mis hijos a mis nietos y hoy soy feliz. Pero vulnerable y preocupado, pues deseo todo bien para mis nietos. Señor mío, te solicito por mis nietos, pues duermen apaciblemente como debe de ser.

Pero más que nada gracias por cada momento que me das, cada emoción y acción que me hace recordarte. Te agradezco por la protección que me brindas día a día y por espantar la maldad. No vivo con promesa, sino más bien con fe; no vivo fallido sino alegre y agradecido. Por una nueva oportunidad de vivir como hermano y servir a ti, gracias señor. La sangre de Cristo significa expiación o perdón de los pecados, por su parte es milagrosa, ya que procede de la fuente divina más pura. Que cualquier dardo, algún plan, algún ataque del demonio quede paralizado, destruido, sin poder, que ante sello del pacto se ahuyente, se separe, y desaparezca para toda la vida.

En las escrituras, al hacer referencia a la Sangre de Cristo lo hacen en relación al nuevo pacto, entre el Constructor y los hombres. Un pacto donde hubo un sacrificio en la cruz para enmendar las vulneraciones de la raza humana. En consecuencia, la Oración a la Sangre de Cristo nos liberta y salva de la desaparición. Con el Poder de la Sangre de Jesucristo sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, bajo la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos moveremos hoy.

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